Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran milimétricos, como pinceladas magistrales en un tapiz https://lilyzzzs461100.bloggin-ads.com/61627593/la-verdad-detrás-del-cabezazo-de-zidane