Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Con deslumbrante maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un https://emiliasdnv280829.bloggazza.com/37369973/la-noche-del-cabezazo-que-cambió-la-historia-del-fútbol